
Manuela Rotundo volvió a ser noticia, ahora desde Estados Unidos. La atleta sanducera, que estudia y entrena en la Universidad de Georgia desde comienzos de este año, rompió todas las proyecciones al destrozar su propio récord nacional con una marca de 64,17 metros, lo que la clasificó para el Mundial de Tokio que se desarrollará en setiembre.
El crecimiento de Rotundo ha sido fuera de serie. Pero más allá de su enorme potencial individual, lo que es indiscutible, de 2020 a esta parte la atleta no ha parado de crecer.
Hay que recordar que, tras el parate por la pandemia, en el primer meeting de 2020 la sanducera rompió su récord nacional U18 en lanzamiento de jabalina, con una marca de 52,91 metros. Aquel registro le permitió colarse en el sexto escalón del ranking de la categoría de la World Athletics. Es cierto: Manuela ya había sido, dos años antes, oro en el Sudamericano Escolar de Arequipa.
Pero mientras los logros de Rotundo copan los titulares deportivos, pocos recuerdan que, a esa altura de 2020, hace poco más de cuatro años, entrenaba con tan solo dos jabalinas, por lo que recorría 100 metros luego de lanzar, solo para ir a buscarlas. Y que esas jabalinas no eran de competencia. O que entrenaba con unas zapatillas viejas de su entrenador, Julio Acosta, porque se hacía imposible comprar unas de lanzamiento que costaban unos 150 dólares.
O que anteriormente trabajaba en el velódromo porque la pista de la Plaza de Deportes estaba en construcción.
Lo cierto es que hubo un aspecto que no escapa a la realidad, y es que a través del Programa Sueño Olímpico de la Intendencia se pudo colaborar fuertemente para el desarrollo de Rotundo. No hay que olvidarse que, gracias a ese apoyo, no solo se conformó un equipo de trabajo para que la deportista estuviera contemplado en todos los aspectos.
Es que esa tarea de apoyo permitió seguir sumando resultados, y éstos acercaron posibilidades de desarrollo, como aquella donación de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, que aportó jabalinas de calidad y zapatillas, o el arribo de los mecenazgos tras la gestión del Sueño Olímpico, lo que permitió solventar los viajes al exterior para competir.
“Recibí mucho apoyo de la Intendencia, y me parece muy importante que existan programas como este, que apoyan a los deportistas y atletas en etapas de desarrollo, desde el comienzo, y no solo cuando ya se obtienen medallas”, dijo Rotundo.
También en aquel 2020 su entrenador, Julio Acosta, manifestaba que “posiblemente el techo de Manuela sea yo”, lo que le preocupaba. “Ella no puede entrenar con 15 gurises a la vez. Alguien tendrá que darse cuenta. Si se tiene que ir para mejorar, debería hacerlo. Tener un par de meses de entrenamiento afuera. Hay que meterla en el sistema de rendimiento”, había señalado.
Lo cierto es que todo cambió poco después. Llegó el apoyo, se planificó el desarrollo de Rotundo como deportista, y fue en base al conocimiento de la gente de estos lados. “Hoy la vemos lanzar y la técnica es la misma. Lógicamente que han cambiado muchas cosas al entrenar en Estados Unidos. Pero tenemos la alegría de que lo que se planificó en cuanto a su desarrollo como atleta, se logró”, dijo Acosta a Chicos las Pelotas.